#13. HABILIDADES PARA: Trabajar en un equipo autogestionado.

El otro día me di cuenta de algo: no hay muchos relatos de gente que haya experimentado lo que es formar parte de un equipo autogestionado. Y, la verdad, es una experiencia, como mínimo, curiosa.

Para algunas personas, puede ser un reto enorme (sobre todo porque arrastramos siglos de costumbres jerárquicas). Para otras, en cambio, es un regalo. Como para mí, que necesito una buena dosis de libertad para aportar desde el corazón.

Hoy quiero compartir mi experiencia, por si puede ayudar a alguien a sentirse acompañad@. Porque los retos y las complicaciones que surgen en la autogestión son, en realidad, bastante universales.

Quiero aclarar que los equipos autogestionados para mi se caracterizan por no tener jerarquías formales. Esto ocurre en muuuuuchas ocasiones. No tienes por qué estar en una organización autogestionada para experimentar esto.

¿Te has planteado alguna vez la infinidad de capacidades que desarrollas trabajando de esta forma?

Hoy te comparto qué habilidades he ido desarrollando yo para convivir...

  • Entre el caos y el orden.

  • Entre la responsabilidad y la libertad.

  • Entre los distintos liderazgos.

  • Entre el crecimiento individual y el colectivo.

  • Entre la excelencia y el error.

¡Allá voy!

La habilidad de convivir...


Entre el caos y orden

Los equipos autogestionados se caracterizan por no tener jerarquías formales. Esto no significa que el desorden reine, pero sí que cada quien debe encontrar su propia forma de moverse en la incertidumbre.

La primera vez que trabajé en un equipo así, me di cuenta de que tenía muy arraigada la necesidad de "orden". Pedía tener más procesos, más protocolos. Porque, en mi cabeza, ser "profesional" significaba seguir reglas establecidas. Hasta que algo hizo clic.

Hacer las cosas bien no era sinónimo de seguir un manual. De hecho, muchas veces ese "orden" que pedía no era más que una forma elegante de querer tenerlo todo bajo control.

¿Cuántas veces había perdido tiempo debatiendo el "cómo" en lugar de enfocarme en el "qué" y en su impacto? Cuando solté esa necesidad, algo cambió. Dejé que mi lado más salvaje tomara espacio. Y, paradójicamente, aumenté mi productividad:

Estoy en una cocina nueva. Quiero hacer algo de comida y se me ocurre hacer una ensalada. No conozco la cocina, y no hay nadie a quien preguntar. ¿Me quedo quieta o empiezo a abrir cajones hasta encontrar lo que necesito?

Empecé a enfocarme menos en la estructura y más en lo que realmente importaba: hacer una ensalada.

La habilidad de convivir...

Entre la libertad y responsabilidad

Alguna vez me he hecho esta pregunta... ¿A alguien no le gusta la libertad?

Gran parte del por qué trabajo en equipos autogestionados es porque siempre he necesitado una cuota muy alta de libertad. Es una característica de mi ser.

Por esa razón me parecía sencilla la autogestión hasta que me encontré con la libertad de frente. No sé si has tenido sobredosis de libertad. Se siente un poco así:

Ya he encontrado un bowl para empezar. Pero ahora estoy paralizada, sin saber qué hacer. No tengo ni idea de qué ingredientes utilizar. O qué tipo de ensalada quiero hacer.

Despúes de pasar por ese pánico varias veces, hacer una ensalada se convirtió en un acto cotidiano.

La libertad en el trabajo es, a fin de cuentas, aportar valor a tu manera. Adaptarte constantemente a lo que el cliente y el equipo necesitan.

Esa libertad entonces, vino acompañada de responsabilidad.

Por suerte con la responsabilidad me llevo bien (pensé... ). Tantos deberes en la escuela y exámenes en el instituto me tienen que haber servido para algo.

Pero la dificultad fue empezar a tener la responsabilidad en cosas que en otras organizaciones eran de un manager o responsable de equipo. Me empecé a hacer preguntas como...

¿Cómo gasto el dinero del proyecto? o ¿Cómo quiero gestionar la relación con este cliente?

No se trata entonces solamente de elegir los ingredientes para la ensalada que más me gustan a mi, sino de asegurarme de que la combinación nutra el propósito del equipo.

Gracias a esto, empecé a desarrollar la capacidad de sentir la responsabilidad compartida. Porque además, no siempre me tocaba cocinar a mí. Por eso, hablemos de liderazgos:

La habilidad de convivir...


Entre los distintos liderazgos.

Tremendo temazo. Y más para alguien que inicia en su camino profesional. Yo me encontré de caras con la duda existencial sobre el liderazgo en equipos autogestionados en mi primer trabajo.

Y no te voy a engañar, me ha costado mucho entenderlos.

Por un lado, tengo la necesidad de aprendizaje común en un perfil junior. Por otro lado mis aportaciones siempre han estado bien valoradas y escuchadas.

Esto, ha ido generando confusiones internas a diario.

¿Debería preguntar más antes de actuar? o bien... ¿actúo y luego me hago cargo de las consecuencias?

Como soy muy kamikaze, me he ido tirando hacia la segunda opción. Pero realmente no siempre ha sido la mejor opción...

El reto principal para mí ha sido aprender a identificar liderazgos y respetarlos.

Ya me he acostumbrado a hacer ensaladas. Me doy cuenta que para que me queden ricas no es tan sencillo como ponerlo todo en un bowl de cualquier manera. En las ensaladas, como en el liderazgo, es mejor dejar que haya ingredientes que brillen.

Empecé a observar que había momentos para cada tipo de liderazgo. Y que cada un@ brillaba en momentos distintos. Por ejemplo:

  • El liderazgo de las personas con más experiencia en el servicio o producto son la base de lechuga que lo sostiene todo.

  • Quienes saben lo que necesita el cliente, se convierten en las proteínas que aportan sustancia.

  • Aquellas que organizan la información, el ingrediente estrella que da cohesión.

  • Y el liderazgo más invisible pero fundamental: quienes generan conexión humana, que son el bowl sostenedor.

Para mi respetar los liderazgos naturales significa dejar que cada persona brille. Parece fácil, ¿no? Bueno, la realidad es que en cada equipo toma tiempo acomodar los liderazgos.

Y si hay egos de por medio, aún más. Por eso, hablemos de crecimiento:

La habilidad de convivir...


Entre el crecimiento individual y el colectivo.

Estar en un equipo autogestionado es una de las formas más locas y rápidas de crecer. Porque aquí, el feedback no es un evento anual. Es constante, a veces crudo, pero siempre transformador.

Antes creía que crecer profesionalmente tenía que ver con mejorar mis habilidades técnicas. Ahora sé que el verdadero crecimiento está en las habilidades internas: aprender a escuchar, a comunicar mejor, a sostener conversaciones difíciles.

Recuerdo un día cuando un compañero me paró y me dijo: Rocío, me encanta todas las ideas que traes, pero no acabas ni una. Llevaba con nosotr@s 3 meses. Un síntoma claro que la autogestión funcionaba porque no tuvo reparo en decirme esto.. O cuando una clienta me dijo: "El equipo no te sigue, hablas muy rápido y mezclas ideas". En otro tipo de empresa, esto se lo hubieran dicho a mi manager y yo habría estado fuera del proyecto en un día y medio.

¿Entiendes por donde voy?

El crecimiento ha sido exponencial. Muy poco lineal pero muy genuino. Aunque el crecimiento no ha sido solamente individual.

En las ensaladas, es tan importante que el tomate sea de calidad, como de que combine bien con los otros ingredientes.

Por eso crecer no es solo recibir. También es dar. Y muchas veces, he querido escaparme de esto pensando: "No me pagan para eso". Pero la realidad es que me toca contribuir. NO VALE CON ESPERAR QUE LAS COSAS VAYAN BIEN POR SI SOLAS.

Tomar un conflicto o necesidad de crecimiento y ponerlo sobre la mesa también es mi responsabilidad dentro de un equipo autogestionado.

Porque me afecta, o porque lo veo, o porque estoy bien emocionalmente para sostenerlo. Y muchas veces soy yo la que necesita ayuda con la exigencia y falta de confianza:

La habilidad de convivir...


Entre la excelencia y el error

Para ir cerrando esta historia de hoy, te comparto lo que para mi ha sido y sigue siendo lo más complicado.

Querer la excelencia y a la vez aceptar el error.

No sé si es es común o no... pero para mi es muy complejo entender cuando está bien probar con el riesgo a equivocarse, o cuando es mejor ir a lo seguro.

Me he enfrentado a esto varias veces y la conclusión es que depende del momento y la situación. Para la autogestión poder hacer errores es indispensable.

Cada vez que me equivoco es una oportunidad para pensar y sentir. Una oportunidad para estar incómoda. Si no tuviera la oportunidad de equivocarme estaría condenada a quedarme donde estoy.

Pero para esto se necesita un entorno de confianza que por suerte, también puedo generar yo:

Limpio cada día la cocina, voy a comprar ingredientes cuando faltan. También tiro la basura cuando acabo. Porque mañana le toca cocinar a otr@.


Te has dado cuenta de la paradoja?

En la autogestión soy yo (o otr@) quien hace la ensalada, y a su vez uno o varios ingredientes que cumplen su función.

Si has llegado hasta aquí te doy un abrazo porque ya nos conocemos más y porque seguramente este tema te toque de forma personal.

Después de varios años, sigo aprendiendo, ajustándome y evolucionando. La autogestión no es una forma rígida, sino una ensalada de emociones, roles, aprendizajes y aportaciones.

Y en este simple acto, lo que me sostiene es el compromiso con ser mi mejor versión para el mundo. Para l@s clientes, para mis compis, para mi familia. Y para mi misma.

¿A ti, qué te mueve a formar parte de algo así?

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